Este es Paco pero... ¿Quién era este perro antes de ser Paco?
Este amiguito vivía en un camping en un pequeño pueblo de Argentina, cerca de la capital.
Quién sabe cuál era su nombre antes, o incluso si lo tenía.
El refugio de animales de la zona recibió un mensaje exigiendo atención urgente: el perro negro del camping estaba causando problemas entre los huéspedes e iba a ser sacrificado. Por suerte, llegaron a tiempo.
Su foto apareció, allá por 2013, en la página de Facebook del albergue. Julieta no tenía en mente adoptar otro cachorro (ya tenían uno en casa) pero sintió algo por dentro con solo verle la cara. Dos días después, el perrito negro ya tenía plato y cama en la casa.
Paquito era un perro miedoso de 1 año y medio, no confiaba mucho en la gente, no sabía recibir caricias ni jugar con la pelota (nunca aprendió a hacerlo por mucho que lo intentaran).
Luego de unas semanas en casa con Julieta y su familia, el perro negro del campamento mostró su plena felicidad. Aprendió a recibir amor y atención (se volvió adicto, me atrevo a decir) y pudo dejar atrás su triste pasado.
Le encantaba pasear por la laguna del pueblo y, por supuesto, zambullirse en ella para refrescarse después de correr por todos lados. Pero su actividad favorita era sentarse en el asiento del pasajero y pasear por la ciudad (salir, por supuesto). Paquito se dio cuenta de que así podía disfrutar del aire, del sol y de cotillear a los perros de los vecinos, ¡pero sin esfuerzo!
Julieta y Paco pasaban tardes enteras tumbados al sol, correteando por la laguna y jugando con otros amigos perros y humanos.
Pero los años no vienen solos...
Julieta y su familia empezaron a notar que Paco ya no tenía tanta energía como antes. Ya no se bañaba en la laguna ni corría las distancias a las que estaba tan acostumbrado. Parecía apático, caminaba un poco de lado ya veces no quería ni salir a caminar. ¡Le gustó tanto!
El veterinario descubrió que Paquito padecía artritis, una enfermedad articular muy común en los perros una vez que empiezan a envejecer. La artritis deforma las articulaciones, haciéndolas más rígidas y causando un dolor insoportable.
Le recetó pastillas y comida balanceada especial para esta enfermedad. Paquito seguía siendo el mismo.
Pasaron los meses y la familia ya se daba por vencida, aceptando que el tiempo había pasado y su amado amigo se iba a ir, poco a poco, perdiendo las fuerzas.
Pero esta historia tiene un final feliz.
La hermana de Julieta, Malen, estaba un día comprando comida para perros en el veterinario cuando se encontró con una pequeña botella con un gotero al final. "Aceite de CBD", decía el envase.
Malen sabía que el CBD era un remedio natural, usado en personas para la ansiedad, el estrés y el dolor, pero nunca hubiera pensado que también podría aplicarse a las mascotas. ¡Qué alegría le dio!
Unas semanas después de que Paquito comenzara a usar aceite de CBD, la familia sintió que había viajado en el tiempo.
A los 10 años lo volvieron a ver con ganas de caminar, correr y jugar. Y qué mejor que un chapuzón en la laguna para refrescarse, ¿verdad?
El aceite de CBD consiguió calmar el dolor del anciano de forma excepcional, y sobre todo, sin efectos secundarios, al ser un producto natural.
Hoy en día, Paco sigue corriendo y jugando con su hermano perro y, por supuesto, nadando en la laguna.
Como Paco, hay miles de perros que no conocen el amor y acaban muriendo en una perrera. Adopta, no compres.
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